No quiero hablarte de cosas comunes, de la irrealidad de la vida, por que es así, vivimos en una fantasía constante en poder demostrar que somos capaces de depender de alguien o algo para llenar nuestro tanque de felicidad.
No sé si estaré errada, pero hasta hoy mantengo mi posición firme en que ser feliz depende lo que tu creas conveniente para ti, de hacer cosas que quizá pienses que están bien y te resultan mal, pero nada se pierde con intentar... Estoy en un punto en la vida que no creo que una persona deba cohibirse de ser quien es por el simple hecho de caer bien o encajar en una comunidad llena de etiquetas denigrantes y ser juzgados con un dedo señalador de tus pecados pero... ¿Quiénes son ellos para hacerlo? ¿Es que acaso está prohibida la felicidad?
No quiero hablarte de amor y la dependencia de la mayoría de las personas que están en esa hipnosis circunstancial, no quiero hablarte de nada que tenga que ver con sustancias venenosas para la mente y el corazón, porque la verdad, soy muy mala para este rollo de ser cursi y complicada.
La vida es sencilla, no te voy hablarte de nada, porque la vida no se trata de hablar, sino de vivir y aprender.
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